He estado algo aturdido. No he sabido cómo regresar a casa. No he sabido cómo era la sensación de querer regresar. En vez de soñar he estado viviendo como si fuera un sueño. Ahora ando solo de nuevo. No hay ser hambriento ni bicho que quiera lamer mi sangre muerta. Siento calor de día y frío de noche y a veces no distingo el día de la noche. Me río durante el día aunque no lo sienta. Ya me he convertido en un maniquí por las calles, entre las personas, con los ojos duros y una mirada fija al vacío.
Ya habrán cantado gallos en días anteriores y serán los extraviados gatos los faros en mi naufragio.
Motocicleta. Velocidad. Costa Verde. Deberían caer las estrellas hasta el fondo del mar. Una cruz encendida a lo lejos, en Chorrillos. El corazón enterrado en alguna isla, se calienta con la arena tibia, se refresca cuando sube la marea nocturna. Apuesto con diablos algunas pocas monedas que no tengo y entonces pienso en apostar mi alma, esa alma que un día se me escapó de adolescente y encontré alguna madrugada.
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Canción que escuchó Adrián
martes, 21 de octubre de 2008
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